Como punto de partida una muñeca rota sentada en una silla en mitad de la calle en Yaounde, Camerún.
Después trabajo con las viejas muñecas de niños mallorquines. Las pinto, las maquillo, las lavo, les saco un brazo o la cabeza hasta conseguir un aspecto similar al de la muñeca africana. En este proceso hay algo de rabia, algo de tristeza….recuerdos de aquella vez cuando con cinco o seis años regalé una de mis muñecas a otra niña menos afortunada y de cómo me dolió hacerlo, tanto que aún lo recuerdo.






