
Tenía trece años cuando me regalaron un libro sobre los nativos americanos y me quedé prendada de los telares, los dibujos de las telas, las mantas y el material.
A finales de los setenta, con un bastidor hecho con cuatro listones de madera realicé mi primer tejido a partir de unas sábanas viejas que teñí de azul y recorté a tiras para usarlas como trama. En 1982, viviendo Holanda, seguí un curso de manejo de telares de bajo lizo. Regresé a Mallorca con un telar de bajo lizo pequeño con el que durante años tejí innumerables jarapas, alfombras, tapices, mantas, bufandas o ropa.

Vendía a conocidos, exponía en diferentes lugares como la sala parroquial de Bunyola, salas de exposiciones de la Caixa en Pollença y en Palma, o el centro cultural de Son Ferrer.



El crítico de arte José Mascaró Pasarius escribió sobre mi exposición de 1991 en la sala de exposiciones de La Caixa en Palma:
«Tapices de excelente factura, sumamente originales, de una belleza primitiva serena y poética, como la de aquellos cazadores del mamut y del bisonte, en el lejano paleolítico, que al abrigo de cuevas sagradas, donde se adoraban a los dioses de la vida y de la muerte, daban testimonio irrefutable de su capacidad artística, de sus impulsos creativos.»

Durante unos años vendí en mercadillos artesanales, abrí un taller textil en Sineu y expuse en 1996 una colección de tapices en el hotel Formentor.
A partir de 1997 instalé mi taller en la tienda de antigüedades que abrí en Pollensa con Robert López Hinton. Ya con un telar horizontal de mayores dimensiones, me centré en el lado más artesanal del textil, tejiendo mantas, cortinas, manteles, reinterpretando las telas mallorquinas de lenguas o Ikat.


Pero el aburrimiento, el cansancio que me provocaba el trabajo lento y repetitivo del telar, la falta de interés en general por la artesanía, y sobre todo, mi atracción creciente por la pintura, me llevaron a abandonar los telares durante más de diez años.
Desde hace un par de años he vuelto al arte textil buscando un tejido más experimental, sin utilidad práctica, de aspecto irregular, gastado, tosco, descolorido o viejo.
Ahora quiero contar historias y transmitir emociones a través del tacto, el volumen, la textura y el desgaste de los tejidos.
Actualmente estoy trabajando en dos proyectos textiles: Refugio», una instalación textil y performance fotográfica, y la serie de hombres tapices con material reciclado.